Descubre las fascinantes leyendas que envuelven a la histórica ciudad de Talavera en esta emocionante serie: «Talavera Negra – Parte I: Desentraña las 9 leyendas en una lista que revela el pasado oculto de la ciudad». Sumérgete en el pasado y explora las narrativas más oscuras de este rincón lleno de historia.
En compañía de los relatos magistrales de Javier Gil y Miguel Méndez Cabeza, te adentrarás en la parte más enigmática de Talavera, explorando 9 leyendas y los hechizos característicos de las brujas locales. Esta primera entrega, de un total de cuatro, te revelará tres historias fascinantes: «La condena inocente» (1), «El Rey moro de Talavera» (2) y «Las brujas de Talavera» (3). ¿Te atreves a explorar este misterioso viaje?
|1| La Condena Inocente – Talavera Negra
En la segunda década del siglo XVI, en Talavera, existía una mujer de una belleza extraordinaria. Se rumoreaba que cualquier hombre, incluso el más casto, quedaba cautivado al verla pasar. María, así llamada, era una mujer piadosa y ferviente seguidora de la fe cristiana, sin que jamás se le conociera alguna relación amorosa con un varón.
De manera constante, asistía a la misa en la iglesia de la Magdalena y no dejaba pasar ningún jueves sin rezar el rosario en la ermita del Prado. Además de su devoción, María, quien se desempeñaba como costurera, destacaba no solo por su deslumbrante belleza, sino también por su educación, gracia al vestir y habilidades excepcionales en la costura.
Estos dones excepcionales la convirtieron en blanco de la envidia, especialmente por parte de otras mujeres que veían cómo sus esposos quedaban rendidos ante la deslumbrante presencia de María. Prácticamente no contaba con amigas, ya que desde joven fue objeto de bromas, chanzas y acusaciones falsas por parte de aquellas que sentían celos de su capacidad para atraer a todos los hombres.
El colmo de estas falsas acusaciones llegó cuando varias mujeres urdieron un plan para hacerla desaparecer y evitar que sus pretendientes o esposos la miraran al cruzarse con ella por la calle. Idearon un oscuro plan acusando a María de ser una bruja judía, secuestradora de un recién nacido para sacrificarlo a Satanás ofreciendo su corazón. A pesar de que señalaron un lugar donde supuestamente estaba enterrado el niño, el juez inquisitorial, al excavar la tierra, no encontró evidencia alguna.
Persistiendo en su malévolo designio, las mujeres deshuesaron un cochinillo, trocearon su carne y costillas, enterrando los fragmentos en el camino viejo de Oropesa, cerca del barrio de Patrocinio. Nuevamente acusaron a María, quien fue encarcelada y sometida a torturas para confesar el supuesto crimen.
A pesar de que el juez que la procesó en la Iglesia del Salvador no encontró pruebas suficientes, las mujeres difundieron el rumor de que estaba hechizado por María, insinuando que el magistrado había caído bajo su influencia durante su tiempo en prisión. Temeroso de ser acusado de estar endemoniado, el juez la condenó a ser quemada en la plaza de la Cruz Verde, y sus cenizas fueron arrojadas al río Tajo desde el Puente Romano a las dos de la madrugada, la hora de las brujas, en una fría noche de noviembre.
Hasta el día de hoy, se cuenta que si caminas por el Puente Romano durante noviembre a las dos de la madrugada, podrías vislumbrar entre la niebla el espectro de María avanzando hacia ti. En ese instante, corre hacia la orilla, porque María, aún sola y furiosa por la injusticia, buscará llevarte al mundo donde las almas penan bajo las frías aguas del río Tajo.
|2| El Rey Moro de Talavera
La antigua leyenda narra que después de las conflictivas guerras entre los diversos reinos musulmanes de la península, las taifas resultaron empobrecidas y profundamente fragmentadas. En este escenario, Talavera aprovechó la oportunidad para rebelarse contra Toledo. Y establecer su propio reino árabe, abarcando desde Almaraz hasta el Casar de Escalona y desde la sierra de Gredos hasta el Guadiana.
Con el objetivo de forjar una paz duradera y evitar futuros conflictos bélicos, los monarcas moros de Talavera y Toledo acordaron el matrimonio entre el joven príncipe talaverano Jazmín, de la estirpe de los Hiaya y con tan solo nueve años, y la sobrina del rey de Toledo, Al Qadir. La joven, llamada Aixa Galiana, contaba con apenas cuatro años en ese momento, y la unión se llevaría a cabo cuando Jazmín cumpliera dieciséis años.
Sin embargo, durante esos años, la creciente presión de los cristianos sobre los reinos moros era imparable. El Rey de Toledo, rompiendo su promesa, ofreció a su sobrina a Alfonso VI de Castilla con el claro objetivo de resguardarla de posibles conflictos en Toledo. Aixa creció junto a la princesa Urraca de Castilla. Y su esposo Raimundo de Borgoña, pero su destino como reina de Talavera nunca se cumplió, ya que fue bautizada y convertida al cristianismo, recibiendo el nombre de su protectora, Urraca.
Jazmín Hiaya nunca perdonó al Rey de Toledo por su falta de compromiso. Aunque con el tiempo, y sin recordar a Aixa más allá de los inocentes juegos infantiles compartidos, terminó olvidándola.
Mientras tanto, Aixa Galiana recibía educación en Ávila. Donde sus mentores le encontraron un adecuado esposo en el joven castellano Nalvillos Blázquez, perteneciente a la noble familia de los Dávila. En un giro inesperado, Nalvillos, quien poseía propiedades en Talavera, decidió venderlas. Encargándole la tarea a Jazmín Hiaya, sin saber que este era el prometido de su esposa.
Nalvillos partió hacia Ocaña para la toma de esa ciudad a manos de los musulmanes, mientras Jazmín viajó a Ávila para cerrar los negocios. Al llegar, el afecto infantil se transformó nuevamente en un amor apasionado al ver a doña Urraca, antes Aixa Galiana, quien había sido su prometida. El sentimiento fue mutuo, ya que ambos jóvenes se enamoraron y huyeron a Talavera. Donde Jazmín recuperó su fe en Alá y se casó con la Reina, convirtiéndose en el monarca de Talavera.
Enterado de esto, Nalvillos regresó a Ávila y lideró un ejército de trescientos hombres hacia la inexpugnable Talavera. El ataque fue tan rápido que las puertas no pudieron cerrarse a tiempo. Tras saquear la ciudad, los soldados de Nalvillos apresaron al rey y la reina en el Alcázar. Ambos fueron llevados al paraje conocido como la Alcoba en Talavera la Nueva y, tras su ejecución, fueron quemados juntos en una pira.
|3| Las Brujas de Talavera – Talavera Negra
En el ámbito de la brujería, una vertiente destaca a lo largo de todas las épocas, siendo especialmente potente al abordar uno de los sentimientos más intensos entre los seres humanos: el amor.
En Talavera, como era de esperar, diversas brujas y hechiceras empleaban todo tipo de artimañas con distintos propósitos. Sus acciones iban desde atraer al objeto amoroso hasta calmar las ansias sexuales de esposos infieles, o viceversa, romper matrimonios o noviazgos.
Rosa, criada de la adinerada familia talaverana Gaytán, aún presente en la actualidad, destacaba por recibir a sus clientes cuando los dueños de la casa no estaban presentes. Generando temor entre los demás sirvientes. En una ocasión, una joven enamorada de un hombre poco atento acudió a Rosa. La bruja solicitó un franco con la sangre menstrual de la joven, creando un pan con dos gotas de dicha sangre en la masa. El hombre deseado consumía este pan, desencadenando el efecto del hechizo.
La amiga de Rosa, la bruja Juana Mora, también practicaba este tipo de hechizos. En su caso, la mujer enamorada debía portar un tiesto con abono de burro. Ante el cual la bruja realizaba una oración a Santa Margarita e invocaba a un demonio llamado Demonio Pajuelo. En dicho tiesto, se sembraba centeno. Y una vez crecido, los brotes se convertían en harina para hornear un bollo, que se le daba a la persona que se deseaba conquistar.
Similar procedimiento se aplicaba a hombres que buscaban el amor de una mujer no correspondida, sin emplear el tiesto. En este caso, el bollo, en lugar de contener gotas de sangre, se mezclaba con el semen del caballero.
Otros hechizos se dirigían a maridos infieles. Rosa y otra bruja llamada Teresa, en un conjuro que requería pelo o una prenda del marido, esparcían ceniza de romero quemado y gotas de agua, pronunciando un conjuro que invocaba poderes sobrenaturales. Los hombres, al visitar amantes o prostíbulos, se volvían impotentes.
Otras brujas, como Paca Viñuelas, amante del alcalde nigromante. Y María Peña, adoradora de Barrabás, Satanás y el Diablo Cojuelo, también practicaban hechizos para castigar a hombres infieles. Se cuenta que Paca lograba reducir el tamaño de los genitales masculinos hasta hacerlos prácticamente desaparecer.
Bernarda González. Conocida por curar la impotencia, cocía una gallina negra en agua bendita de tres iglesias diferentes de Talavera y obligaba al paciente a lavarse los genitales con esa mezcla.
Isabel Hernández fue ajusticiada por intentar ahorcar a una mujer que se negaba a renegar de Dios. Intentó convencerla de adorar al diablo, pero al no conseguirlo, la torturó, le cortó la lengua y le golpeó la cabeza con piedras.
Mariana Álvarez, curandera en 1649, fue juzgada, al igual que la bruja «Carroña». Quien bendecía una carta de la sota de espadas durante las misas, para luego venderla y atraer la suerte. Todo esto sirvió de inspiración a Fernando de Rojas para escribir su obra teatral «La Tragicomedia de Calixto y Melibea». Donde la protagonista es la anciana prostituta Celestina.
¿Te ha gustado Talavera Negra – Parte I: Desentraña las 9 leyendas en una lista que revela el pasado oculto de la ciudad? Sigue explorando estas intrigantes leyendas y hechizos en las próximas entregas. ¿Te animas a descubrir los secretos más oscuros de esta ciudad llena de misterio?
**Contenido contenido extraído de publicaciones de Javier Gil y Miguel Méndez Cabeza, para uso exclusivo de la redacción de este reportaje.