La tradicional Fiesta de la Vaca, que tiene lugar en la localidad de San Pablo de los Montes los días 24 y 25 de enero, es una conmemoración festiva dedicada a la conversión de San Pablo, el venerado patrón de esta comunidad. Desde el 28 de marzo de 1994, esta celebración ha sido distinguida con el título de Fiesta de Interés Turístico Regional, lo que destaca su importancia cultural y su capacidad para atraer a visitantes de toda la región.
En el corazón de esta festividad, los Quintos desempeñan un papel destacado, siendo estos los mozos que han cumplido con el servicio militar en el último reemplazo. Cada quinto asume una misión específica durante la Fiesta de la Vaca, y entre los personajes más peculiares que protagonizan el evento se encuentra el Vaquero. Ataviado con un traje corto y sosteniendo un largo palo rematado con unos cuernos adornados con cintas de colores, el Vaquero simula la cabeza de la vaca, añadiendo un toque festivo y tradicional a la celebración.
Otro personaje singular es la Madre Cochina, un quinto disfrazado de mujer que persigue a las jóvenes con la intención de levantarles las faldas, generando risas y diversión en medio del bullicio festivo. Además, el Escobones se encarga de limpiar los supuestos excrementos de la vaca, añadiendo un toque humorístico a la representación. El resto del grupo se transforma en cencerreros, llevando cencerros colgados de la cintura y creando un estruendo festivo mientras recorren las calles.
La Fiesta de la Vaca inicia su celebración la noche previa al día principal, conocida como la noche de la luminaria, el 24 de enero. Los quintos preparan una gran hoguera en la plaza del Pilar, proporcionando calor a los asistentes y cruzando la hoguera en un ritual especial. La velada se anima con chocolate y baile, sumando un ambiente festivo a la espera del día central.
El 25 de enero, tras la Solemne Misa, la festividad cobra vida en la plaza del Ayuntamiento. Los forasteros se ven envueltos en carreras entre dos jóvenes con cencerros, interrumpiendo la procesión que recorre las calles con las imágenes de San Pablo y San Sebastián. La Madre Cochina, disfrazada, se esconde antes de la finalización de la procesión, desafiando a los casados a encontrarla durante la duración de la misa.
La «Carrera de la Vaca» se convierte en uno de los momentos más emocionantes, donde un forastero es seleccionado como víctima y debe correr entre dos filas de espectadores mientras es acosado por las embestidas de la vaca y el estruendo de los cencerros. Una vez concluida la carrera, los participantes son invitados a disfrutar de tostones y limonada, repitiendo la operación con otros forasteros o vecinos.
Esta rica tradición no solo celebra la conversión de San Pablo, sino que también destaca la participación activa de la comunidad en la preservación de su identidad cultural, haciendo de la Fiesta de la Vaca un evento inolvidable que perdura en el tiempo.