Romangordo, un pintoresco pueblo situado cerca de la central nuclear de Almaraz, en la provincia de Cáceres, se ha convertido en un destino turístico imperdible gracias a sus casi 100 trampantojos que adornan cada rincón del lugar. Estos murales, lejos de ser simples ilusiones ópticas, son una oda a la historia, tradiciones y oficios locales que han cautivado a visitantes de todas partes de España.
La Ruta de los Trampantojos comenzó como una iniciativa municipal en 2016, cuando la alcaldesa Rosario Cordero y su corporación decidieron dar vida y color al pueblo pintando las puertas de las cocheras. Lo que comenzó como una forma de embellecer el entorno se convirtió en un fenómeno turístico que ha llevado a Romangordo a recibir alrededor de 43,000 visitantes al año, marcando un impresionante aumento desde las 7,000 visitas iniciales.
Los trampantojos, creados en su mayoría por artistas locales como Jonathan Sojo y Jesús Brea, representan escenas cotidianas, oficios antiguos, fauna local y otras actividades que rinden homenaje a la rica historia del pueblo.
Con 96 trampantojos en exhibición, desde representaciones de antiguas fábricas de gaseosas hasta mujeres haciendo bolillos, Romangordo se ha convertido en un lugar donde la tradición y la modernidad se entrelazan de manera única. Esta ruta ha revitalizado no solo la apreciación por las tradiciones del pueblo sino también la economía local, beneficiando a pequeños negocios como tiendas, bares y restaurantes.
Además de la Ruta de los Trampantojos, Romangordo ofrece otros atractivos turísticos, como la antigua fortificación musulmana de Madinat-Albalat, declarada Bien de Interés Cultural en 2014. La Casa del Tío Cáscoles, un museo de arquitectura popular, y la Casa de los Aromas, que sirve como oficina de turismo y centro de educación ambiental, completan la experiencia en esta encantadora localidad.
Romangordo no solo invita a los visitantes a disfrutar de su arte callejero único, sino que también educa a las generaciones futuras a través de actividades como destilar aceites esenciales y elaborar jabones con plantas y aromas autóctonos. La diversidad geográfica de la región, rica en biodiversidad, ha permitido que Romangordo se posicione como un destino turístico que cuida y valora su territorio.