
En pleno corazón de la comarca de La Jara, al borde de dos comunidades autónomas, se encuentra Puerto Rey, una pedanía tan pequeña como singular. Con apenas una treintena de habitantes —de los cuales solo media docena reside allí durante todo el año—, este enclave vive dividido, literalmente, por una línea invisible que marca el límite entre Extremadura (provincia de Cáceres) y Castilla-La Mancha (provincia de Toledo).
Una línea que separa casas, calles, servicios… e incluso impuestos. Porque en Puerto Rey, los vecinos de una acera tributan en una provincia y los de la otra, en otra.
Un pueblo partido por la mitad
La escena parece sacada de una novela costumbrista con tintes surrealistas. En la calle Término —nombre más que apropiado—, basta cruzar de un lado a otro para cambiar de comunidad autónoma. La situación, lejos de ser anecdótica, afecta a la gestión cotidiana del pueblo.
Por ejemplo, los distintos servicios municipales se gestionan desde distintos ayuntamientos: la recogida de basura la gestiona Alía (Cáceres), pero el alumbrado lo lleva Sevilleja de la Jara (Toledo).
La doble pertenencia administrativa se traduce también en celebraciones. En las fiestas patronales, que tienen lugar cada julio, cada ayuntamiento se hace cargo de contratar una orquesta. Un gesto simbólico, pero muy representativo de la dualidad permanente que vive Puerto Rey.
Casas con cocina en una comunidad y dormitorio en otra
Esta peculiaridad se extiende incluso a las viviendas. Algunas casas tienen estancias que pertenecen a provincias distintas: el salón en Cáceres y el baño en Toledo, por ejemplo. Es el caso de la casa del guarda forestal, situada justo sobre la frontera provincial. Entre los vecinos, hay quienes desayunan en un bar de Toledo, cultivan su huerto en Extremadura y pagan impuestos en ambos lugares.

Durante el confinamiento por la COVID-19, esta realidad alcanzó niveles de complejidad insólitos: al estar restringida la movilidad interprovincial, muchos residentes se vieron legalmente impedidos de cruzar la calle para comprar, repostar o ir al médico, dependiendo del lado en que estuvieran los servicios.
Sanidad, educación y sentido de pertenencia… a Puerto Rey
Puerto Rey tiene su propio consultorio local, dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM), donde un médico y un técnico en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE) acuden dos días a la semana. Este centro sanitario se ubica en un edificio con historia: antaño fue una escuela rural a la que llegaron a asistir hasta 15 niños y niñas. Hoy, esa cifra se ha reducido a dos, insuficiente para mantener un aula activa. Por ello, los menores deben acudir al CRA La Jara, en Campillo de la Jara, y continuar sus estudios en institutos de Belvís de la Jara u Oropesa.

A pesar de que buena parte del terreno pertenece al término municipal de Alía (Cáceres), los vecinos se sienten más ligados a Toledo. La razón es sencilla: Sevilleja de la Jara está a 18 kilómetros, mientras que Alía queda a más de 50, con un acceso complicado a través de Castilblanco (Badajoz). Y es que, incluso el prefijo telefónico pertenece a Toledo.
Iglesia, cementerio y elecciones en dos urnas
Puerto Rey cuenta con su propia iglesia y su cementerio, reflejo de una comunidad que, aunque pequeña, mantiene sus costumbres. El sacerdote acude para oficiar misas en eventos especiales como bodas, bautizos o funerales.
Incluso en época de elecciones, la dualidad vuelve a manifestarse: una parte del vecindario vota en Alía y otra en Sevilleja de la Jara. Es, literalmente, un pueblo con dos urnas, dos censos, dos gobiernos… y una sola comunidad vecinal que, pese a todo, sigue funcionando.
Puerto Rey, un rincón entre dos mundos
Puerto Rey es una rareza geográfica, administrativa y humana. A escasa distancia del Parque Nacional de Anchuras, entre la Siberia extremeña y los Montes de Toledo, su ubicación la convierte en un lugar único. Al norte, Castilla-La Mancha; al sur, Extremadura. Y en el centro, un puñado de casas, calles y personas que siguen viviendo, con orgullo y resignación, entre dos mundos que comparten un mismo suelo.