El conflicto abierto entre Rusia y Ucrania que involucra al mundo entero, tendrá el resultado que los dirigentes de todos los países implicados quieran. No olvidemos que las guerras no las provocan ni las declaran los ciudadanos. Los ciudadanos somos los que sufrimos sus consecuencias que siempre son terribles.
Llevamos dos años soportando una pandemia que ha mermado la paciencia y la esperanza de millones de personas. Una pandemia envuelta en una crisis económica previa de la que aún no nos habíamos recuperado y que se ha agravado con la incidencia del virus de forma exponencial.
A esto hay que unir el cambio climático y la irrupción tosca y peligrosa de la ultra derecha en medio planeta. No se puede negar que el panorama en el que nos encontramos es más propicio a la preocupación que al optimismo.
Cuando los ciudadanos se dejan llevar por discursos populistas cargados de odio entre banderas e himnos, el mundo está en peligro; Cuando es más fácil asumir el discurso de la superstición y del miedo que el de la verdad y la ciencia, el mundo está en peligro.
Pues en esta situación nada exagerada que acabo de definir, en España y en Talavera hemos tenido la enorme fortuna de tener gobiernos sensibles, conscientes y solidarios que han antepuesto los intereses de la gente y del futuro a los intereses bastardos que esgrime una derecha desenfrenada e irracional.
¿imaginan toda esta situación gestionada por la derecha que miente con los fondos europeos, que miente con la crisis económica y que su receta única se basa en eliminar derechos e imponer la miseria a los más desfavorecidos? Porque no olvidemos que eso fue lo que hizo esta derecha vocinglera cuando le tocó gestionar la anterior crisis. La memoria no puede ser tan frágil cuando nos jugamos tanto.
