Sin duda, son el elemento más destacado de nuestro patrimonio monumental, no sólo por su importancia histórica sino por la grandiosidad de aquellas partes que aún se conservan y que podemos observar en un cotidiano paseo. Sus imponentes torres albarranas que bien se distinguen en espacios amplios como es en el entorno de la calle Carnicerías o bien que se descubren entre edificios del casco antiguo, casi de una forma ‘curiosa’. Nos referimos, por supuesto, a las murallas de Talavera.
El talaverano que ha crecido junto a ellas a penas repara en ellas, pues lo cotidiano de tenerlas cerca no le hace reparar en su importancia histórica pero también su espectacularidad monumental. Sin embargo, para un visitante, es una visión espectacular que le hace pensar en tiempos pasados y en cómo sería la ciudad que le acoge en una edad lejana.
Y, es que su valor patrimonial de carácter histórico, arquitectónico, cultural y artístico, las hizo merecedoras de incluirse en 1931, bajo instrucción del por entonces Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, en el listado de ‘Tesoro Artístico Nacional’. Un reconocimiento oficial que las hacía merecedoras de una protección especial, no sólo por los ciudadanos de Talavera sino por el conjunto de la sociedad de España.
¿Cuántos y por dónde discurren las murallas de Talavera?
Las imponentes murallas que rodean Talavera de la Reina representan una historia de resistencia y evolución a lo largo de los siglos. Esta fortificación defensiva, erigida en distintas etapas desde el siglo IX hasta el XVI, es testigo de la cambiante historia de la ciudad, desde los tiempos de Abderramán III hasta la apertura de la puerta de Sevilla en el Renacimiento.
El complejo de murallas se compone de tres recintos distintos, cada uno con su propia historia y características únicas que reflejan el contexto y las necesidades de las distintas épocas en las que se construyeron.
Primer recinto amurallado o Muralla de la Villa
El primero de estos recintos es la denominada ‘Muralla de la Villa’, también conocida como el Primer recinto amurallado. Este tramo, construido principalmente con sillares y mampostería provenientes de antiguas estructuras romanas y visigodas, es el que ha resistido en mayor medida el paso del tiempo. Ordenada por Abderramán III en el siglo IX-X, esta muralla presenta una planta rectangular y altos muros que alcanzan los 14 metros de altura y 4 de espesor. Adornada con una serie de torres de planta cuadrada y semicircular, y reforzada con torres albarranas, la Muralla de la Villa solo conserva la puerta de Mérida como testigo de su pasado.
Segundo recinto amurallado o Muralla de los Arrabales Mayores
El segundo recinto amurallado, conocido como la ‘Muralla de los Arrabales Mayores o Nuevos’, se erigía para proteger un nuevo arrabal habitado por repobladores cristianos de diversos orígenes, quienes tomaron la ciudad en 1083 bajo el mando de Alfonso VI. Este recinto, construido en tapiería de barro, refleja la adaptación y expansión de la ciudad en un período de crecimiento y cambio. De este segundo recinto, se conservan la ‘reconstruida’ puerta de Sevilla (siglo xvi), la Torre del Polvorín, parte de la puerta de Zamora y un torreón en la plaza de San Miguel, posteriormente reutilizado como campanario de la iglesia del mismo nombre.
Tercer recinto amurallado o Muralla de los Arrabales Viejos
Por último, el tercer recinto amurallado, la denominada ‘Muralla de los Arrabales Viejos’, sigue la misma línea de protección de un arrabal más antiguo que el anterior. Construido también con tapiería de barro, este tramo de muralla demuestra la continuidad y la importancia de la defensa en la configuración urbana de Talavera de la Reina a lo largo de los siglos. De este tercer y último recinto, se conservan únicamente pequeños elementos como son varios escudos de la Puerta de Cuartos y algunos restos de cimientos descubiertos en los últimos años.
De entre sus muchos tesoros, la curiosidad del escudo de la ciudad
Hablamos ahora de una de las puertas que daban acceso a la ciudad y de que sólo quedan ya unos restos: la denominada ‘Puerta de Cuartos’. De los elementos que la componían, encontramos en el muro trasero de la Basílica de Ntra. Sra. del Prado dos escudos tallados en piedra que proceden de la mencionada puerta derribada en 1907.
Lo llamativo de estos dos escudos es que representan de forma separada lo que sería el actual escudo de la ciudad. Por un lado, tenemos a los dos toros y por el otro, una torre albarrana. Y es que, como todos conocemos, el actual escudo de Talavera de la Reina está compuesto por dos elementos distintivos: los dos toros y la torre albarrana, esta última siendo la estructura más emblemática de nuestras antiguas murallas.
Los dos toros representados en el escudo, a veces dentro y a veces fuera del arco, simbolizan una pareja, ya sea dos toros o un toro y una vaca. Dos leyendas explican el origen del escudo. Una sugiere que Talavera, como ciudad representada por la torre, fue fundada por los romanos, quienes marcaban sus límites con una yunta de bueyes, representados por los toros en el escudo. Otra versión medieval cuenta cómo los talaveranos, sitiados por los árabes y al borde del hambre, soltaron sus últimos dos toros para engañar a los sitiadores, haciéndoles creer que tenían suficiente comida y provocando su retirada.
Algunos también interpretan los toros como símbolos de los verracos de piedra esculpidos por los antiguos vetones, quienes habitaban la región antes de la llegada de los romanos. Esta interpretación se ve reforzada por la conexión histórica de Talavera con la antigua fiesta de toros conocida como Mondas.
