Proserpina, era una hermosa joven hija de Ceres y de Júpiter. Un día mientras se bañaba y jugaba con las ninfas en un lago apareció el joven Plutón quien enamorado de ella la secuestró y se la llevó al infierno, lugar de donde era el rey y señor. Ceres conociendo que su hija estaba presa contra su voluntad olvidó de regar los campos y fertilizar la tierra. Comenzó a buscar a su hija convirtiendo en campos yermos allá donde pasaba. Los habitantes del imperio, incluida Talavera comenzaron a padecer sequía y hambre así que imploraron a Mercurio para que solucionara el problema.
Mercurio habló con Plutón y este liberó a Proserpina, pero pactó que seis meses al año los seguiría pasando con él en el Hades. Cada primavera Proserpina es liberada por Plutón y se reencuentra con su madre Ceres, quien llena de alegría derrama la lluvia que riega los campos y producen el alimento de los humanos. Los caesarobrigenses, de todas las tierras de Talavera, celebraron la liberación de Proserpina y agradecieron a Ceres que cumpliese su promesa de fertilidad celebrando la fiesta de las Mondas.
Las Mondas son por tanto una celebración de la primavera. Una fiesta de luz, alegría y fertilidad en la que allá por tiempos de Liuva II pasamos a reinventarlas en honor de la Virgen del Prado. No por eso hay que olvidar que estas ofrendas se hacen en agradecimiento a la reivindicación de agua, lluvia, abono y fertilidad de nuestros campos y por tanto es un buen momento para reivindicar aquello que algunos políticos se empeñan en mantener en el infierno de Plutón y no nos traen. Aquello que simplemente son buenas intenciones y promesas que permanecen en el inframundo y que los talaveranos orgullosos de nuestra historia debemos seguir exigiendo, aunque a veces intenten cansarnos.