Somos aquellas personas nacidas desde finales de los 90 y principios de los 2000. O quizás os suene más Generación Z, los post–millennials, o como a los boomers les encanta llamaros, “Generación cristal”.
¿Y por qué este nombre? Cada vez que alguien lo menciona, esa pregunta ronda por mi cabeza, y si es pronunciada nunca lleva respuesta. Los adultos nos miran por encima del hombre y dicen frases como “Yo sí que sabía lo que eran los problemas y los tuyos no lo son, exageras.”, “Llorar es de débiles”, “Yo a tu edad ya estaba en la tienda de mi padre trabajando”, “¿Qué soy estricta? Tú no sabes lo que es la mano dura, yo sí, así que no te quejes”, “No te quejes yo lo tuve más difícil que tú” “¡No te quejes!” “¡No te quejes” “¡Y no te quejes”.
Siempre es un no quejarse, porque ellos lo tuvieron más difícil. ¿Y? El mundo cambia, ahora lo que es difícil y complicado es muy diferente que hace 30 o 60 años. Que sus emociones y sentimientos fueran invalidados con trabajo duro, no es excusa de la incomprensión e infravaloración hacia nosotros. Que si es porque damos nuestra opinión libremente, porque nos quejamos de lo que nos duele; porque podemos hablar libremente sobre nuestros sentimientos, sobre nuestras enfermedades. O porque nos tomamos tiempo de disfrutar, descubrirnos y conocernos.
Yo agradezco mucho a las generaciones pasadas, porque sin ellas no tendríamos la cantidad de facilidades que tenemos nosotros. Pero entiendan que nosotros volamos libremente por el cielo gracias a los que tuvieron que sacrificar sus alas. Si nosotros os damos las gracias, vosotros tenéis que mirarnos con una sonrisa y apoyarnos. Si nosotros hicimos el esfuerzo de comprender vuestro dolor interno, vosotros tenéis que comprendernos y darnos el impulso que necesitamos para luchar por lo que vosotros no tuvisteis.
No somos la generación de cristal, somos la generación que rompe los cristales templados impuestos durante décadas para acallar. Somos la generación que pone voz a todas las voces que nunca se escucharon y fueron apagadas.
Por Ash Rodrigues.
