Como otros miles de personas, yo también sufrí el calor, del que no podemos culpar a nadie, y sufrí la desastrosa organización del Capital Fest. Sufrí las colas interminables, la falta de personal, los elevados precios y la inevitable sensación de que nos habían timado.
También fui testigo de primera mano de los desvelos de los responsables políticos de nuestro ayuntamiento. Que fueron a disfrutar del festival como cualquier otro ciudadano y se encontraron con que tuvieron que arremangarse para evitar males mayores. Pusieron en marcha a los bomberos para que llevaran agua a la gente y movilizaron todos los medios posibles para que aquel desastre organizativo no se convirtiera en una tragedia humana. Que no es exagerado decir que pudo serlo.
Pero también hay que decir algo más del Capital Fest, y es obligado hacerlo. Los grupos de música, los conciertos, el espectáculo fueron impresionantes. Disfruté como hacía muchos años que no lo hacía. Bailé, salté y me dejé llevar por la música y por la alegría de miles de personas que a pesar de todo fueron a disfrutar y también lo hicieron.
Creí que la edad me pasaría factura, pero eso fue el domingo. El sábado aguanté hasta las 3 de la mañana y llegué a casa con la emoción en los ojos y en los oídos.
Ver a Miss Caffeina, con el gran Alberto al frente, dándolo todo a pesar del calor implacable de mediodía; Sentir la emoción y el buen hacer de Izal, a pesar de las dificultades de salud que arrastraba; Gozar de los temas extraordinarios de La Casa Azul y brincar como un loco con la fuerza de Lori Meyers… Todo esto también fue el Capital Fest.
Un festival llamado a ser un referente de la música Indie en España; y que por desgracia lo será de la peor organización que se recuerda, no puede, sin embargo, desaparecer.
Hizo bien la administración pública en apoyar y promover este festival que nos dio tantas alegrías en su primera edición. Y hará bien en volver a apoyarlo y promocionarlo si se decide hacer de nuevo el año que viene.
Sin duda habrá que elevar el nivel de exigencia. La organización deberá ponerse las pilas, reflexionar si prioriza hacer caja o dar un espectáculo de calidad y tendrá que poner mucho sobre la mesa para resarcir a los amantes de la música, de los festivales y sobre todo a Talavera y a los talaveranos.
El nombre de la ciudad está en entredicho por una falta de previsión insoportable. Y están obligados a hacer todo lo posible por devolver la ilusión y la alegría de celebrar un evento extraordinario con grupos de primera fila y poner a Talavera de verdad en la cumbre de los festivales. Nos lo deben.
Por Javier Rivas.