Seguro que si menciono la palabra Geisha, se te vendrá a la mente la imagen de una mujer con atuendos típicos japoneses y un maquillaje exótico. Hoy vengo a hablar un poco más sobre esta profesión.
Las geishas, son profesionales de entretenimiento, que utilizan toda clase de Artes, ya sea música, danza, o narrativa. En sus comienzos la mayoría eran hombres (llamados hōkan 幇間 o taikomochi 太鼓持) pero allá por 1800, las geishas femeninas comenzaron a superarlos en número.
Dentro de las geishas femeninas, encontramos varios tipos según las zonas en las que ejercían la profesión. Si eran de ciudad se las nombraba machi , y al contrario que las kuruwa (geishas de barrio), no trabajaban en los «barrios de placer». Una curiosa diferencia entre ambas, era el incienso usado para marcar la duración del servicio; el de las kurowa era más pequeño, ya que se dirigían a un público selecto. Fueron bastante reconocidas en los siglos XVIII, hasta el siglo XIX, pero en la actualidad su número es reducido.
Para convertirse en geisha había un proceso de aprendizaje que empezaba a los 15 años. Algunas eran vendidas a las casas de geisha en su niñez, donde comenzaban con trabajos básicos de limpieza y acatar órdenes de sus superiores y eran llamadas shikomi. Otras entraban a voluntad a una edad más tardía. El primer mes adquieren el título de minarai (con el labio inferior pintado como distintivo) , y realizaban tareas como las shikomi, hogareñas. Después de un mes pasan a ser maiko «júnior», aquí se las diferencia por ambos labios pintados. A los 21 años, ya considerada la geisha como veterana, se realiza una ceremonia llamada Erikae donde el cuello de su kimono, anteriormente rojo, pasaba a ser blanco.
Espero haberos ampliado la pequeña imagen de esa mujer con atuendos japoneses que teníais al principio. Si os gusta este mundo os recomiendo la película «Memorias de una geisha», que cuenta bastante bien todo este mundillo.
