Siendo un chaval de 13 años ,y en un viaje a Paris junto a su madre, Eduardo ( futuro rey inglés Eduardo VII, conocido entre los colegas como “Bertie”) debió conocer los placeres de la carne de la mano de las afamadas prostitutas parisinas. Fue catarlo…y ya no hubo forma humana de desenganchar al chaval.
La obsesión por la fornicio de “Bertie” llegó a tal extremo que concibió una especie de mueble conocido con el nombre de ” la silla de la felación ” o ” el sillón sexual”. El monarca no reparó en materiales y medios, y cual nuevo mecenas renacentista del amor contrató a los más reputados diseñadores y carpinteros para que crearan la innovadora máquina sexual pergeñada en su regio cerebro.
Parece ser que la peculiar maquinita permitía tener sexo con dos mujeres a la vez. Lo dejo a la imaginación del lector.
Hasta los perversos jerarcas nazis cuando tomaron París en la II Guerra Mundial hicieron uso del famoso artilugio , que estaba a pleno rendimiento en el conocido puticlub parisino Le Chabanais.
Hoy este mueble del amor se puede ver en el Mueso de Orsay…pero no usar, claro.