«EL PUEBLO SALVANDO AL PUEBLO»
A pesar de que España está hecha un solar, lo mires por donde lo mires, y examines la cartera que examines, es difícil no centrar la atención en la tragedia de nuestros compatriotas del levante. Lo que, dicho sea de paso, ha dado un respiro a los protagonistas de los titulares de los últimos meses sobre corrupción, imputaciones varias, atentados indisimulados contra la separación de poderes, acosos sexuales a féminas con carné entre los dientes y esperpentos mediáticos de muy diversa índole.
Pero insisto en que, a pesar de la gravedad de lo que está sucediendo en la escena política nacional, las apocalípticas imágenes que nos llegan, los testimonios lacrimógenos, el impacto presente y el que acaecerá en el futuro inmediato para esta bellísima tierra y las maravillosas gentes que residen próximas al Mediterráneo, hacen que sea necesario correr un tupidísimo velo sobre tanta sinvergonzonería y aspiraciones de autocracia.
Reconozco que los últimos días he seguido con el corazón en un puño cada noticia que llegaba. Pero ha habido una que ha llamado especialmente mi atención. La protagonizaba un teniente general y fundador de la “bendita” Unidad Militar de Emergencias y se despachaba a gusto, como puede hacer todo el que es bien conocedor de lo que declara, afirmando que es el Estado Central quien ha de desplegar a las Fuerzas Armadas en coordinación necesaria e imprescindible con la Comunidad Autónoma objetivo de la actuación. Es decir, la UME que está a pie de obra como primera intervención, es la que analiza las necesidades de la población para que Defensa diseñe después el despliegue militar necesario. Y no al revés, como el Ejecutivo central intenta hacernos creer.
Nuevamente, y ya he perdido la cuenta de las veces que ha sido así, un funcionario alza la voz para acallar la mentira de un político incapaz de asumir su propia nefasta gestión. Pero ya sabemos que aquí nadie es capaz de menearse del sillón.
Tal vez precisamente por esto último, estamos viendo miles de voluntarios que desafiando las restricciones de movilidad impuestas en algunos territorios, han salido con su escoba en ristre y una humanísima solidaridad a ayudar en cuanto buenamente pueden. Vamos, que esperan poco, por no decir nada, del Gobierno que les des-gobierna.
¿Y todavía habrá quien se asombre cuando el pueblo valenciano, roto de dolor, ha recibido a golpe de barro al desalmado de Sánchez?
