El maestro y el ídolo, Julián López «El Juli» y Tomás Rufo, protagonizaron una tarde llena de expectación y desbordante emoción en la plaza de toros de Talavera de la Reina. Ambos salieron triunfantes y en hombros, ante una afición entregada que abarrotó los tendidos en respuesta a la convocatoria de estas figuras destacadas.
El maestro, El Juli, demostró su maestría lidiando un lote nada fácil, brindando pulso y temple a cada uno de sus toros. Con una ambición y determinación dignas de un principiante, el torero madrileño cortó tres orejas, al igual que el joven toledano Tomás Rufo, quien se ha convertido en un ídolo para los aficionados de Talavera. Rufo suma así otro triunfo a su carrera y deja claro que es imposible ignorarlo en los carteles más importantes.
Dentro de una corrida interesante y variada de la ganadería Alcurrucén, Morante de la Puebla se enfrentó al lote más complicado en su regreso a Talavera después de varias décadas. En ese mismo ruedo, su ídolo Gallito alcanzó la cima del toreo hace más de un siglo. A pesar de ello, Morante logró cuajar al cuarto toro con el capote, dejando detalles de gran torería que calmaron los ánimos del público.
El segundo toro, un ejemplar bien estructurado y de cara cerrada, fue recibido por El Juli con elegantes verónicas hasta la misma boca de riego. Durante el quite por chicuelinas, el toro mostró signos de debilidad al doblar las manos, pero recuperó su fuerza gracias a la magistral habilidad y temple del torero madrileño. Con la mano izquierda, El Juli logró bajar la muleta, obligar al toro y ejercer su dominio. A partir de ahí, fue todo Juli. Su entrega absoluta cautivó al público, que solicitó con insistencia las dos orejas, finalmente concedidas.
En su faena con el quinto toro, El Juli demostró su maestría una vez más. El ejemplar de Alcurrucén era exigente y requería que el torero estuviera completamente concentrado y comprometido con su labor. Tras una estocada precisa, la expresión en el rostro de El Juli reflejaba la satisfacción de haber realizado una faena llena de valor y oficio, lo que le valió una oreja.
Tomás Rufo, por su parte, ha construido una relación especial con Talavera a lo largo de su carrera. Su entrega total sobre el ruedo es correspondida con el cariño del público. Con el tercer toro, un colorado noble y humillador, Rufo lo cuajó con tandas ligadas y trazos largos. En el final de la faena, deleitó al público con naturales sobre la mano derecha y luquesinas, rematando con una importante estocada característica de su estilo y logrando así las dos orejas.
