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viernes, marzo 29, 2024
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Crispar para no evidenciar lo inasumible

Como tanto me gusta hacer, llevo días tanteando al ciudadano de a pie, para comprobar si la visita del Rey Emérito ha provocado un socavón en sus vidas, hasta el punto de haberles encorchetado y abstraído de su devenir diario. Mis encuestados predilectos: aquellos que jamás en público han hecho una sola mención al color de Partido que eligen cada vez que toca pronunciarse. Y ¡¡Oh, sorpresa!! En lugar de bramidos, improperios y adjetivos malsonantes provenientes de sus más recónditas entrañas, la respuesta es circunspecta y viene acompañada de una ligera elevación de hombros.

E inmediatamente después de esta comedida contestación puesto que la visita de don Juan Carlos ni les va ni les viene, porque entre otras cosas, es alguien ya entradito en años y totalmente libre para aparecer o salir de su País cuando tenga a bien hacerlo,… Paqui –la del quinto- me dice que está preocupada porque la cesta de la compra está por las nubes y con su humilde pensión apenas da para comprar “frescos” más allá de la tercera semana de mes; Luis, el de la tienda de electrodomésticos de la esquina, me cuenta que en un par de meses cerrará definitivamente el negocio que su propio padre fundó, porque él ya no puede seguir poniendo dinero de sus ahorros para pagar gastos y los impuestos que le tienen abrasado; Antonio, el camarero, me recuerda un día más que no encuentra a chavales del oficio para trabajar porque todos quieren ser funcionarios y cobrar un sueldo que para él lo querría, pero que es imposible ofrecerles porque la presión del coste de la Seguridad Social no se lo permite; Y Jairo, que lee a diario la prensa económica y ve cómo la deuda pública nos coloca en la misma tesitura que a un pez en un charco; Y Menchu, que vive con verdadera preocupación la deriva sectaria de los contenidos que con calzador incluyen en la escuela a su hija mayor Marta; Y una jovencita nacida en los 2000 –me ahorro el nombre- que pregunta quién es Franco y por qué se habla tanto de él, y no de otras cosas porque a ella lo que verdaderamente la importa es poder encontrar un trabajo bien remunerado, que la permita emanciparse de sus padres y comenzar su proyecto vital junto a su novio; Pauli me dice que este año no hay vacaciones para la familia y se quedarán aquí, su marido es camionero autónomo y se encuentran ahogados en deudas tras la crisis del COVID y el precio del combustible; Me paro junto a Aleksandra, que espera paciente su bolsa semanal de alimentos, después de tantos meses acudiendo aquí sigue dándole mucha vergüenza, me cuenta que ella lo que quiere es trabajar que es para eso para lo que está en España,…

Después de todo esto, miro la TV y veo a ministras, ministros y ministres, veo a gente de BILDU, de ERC, de la CUP, de Podemos y de las filas del PSOE –todos ellos muy bien remunerados y a tres metros sobre el suelo que pisamos los demás- con la cara desencajada cual muñeco diabólico Chuky hablando de la visita de don Juan Carlos, y mi rostro empalidece. ¿De verdad que todo va tan bien en nuestro País que no hay otra cosa de la que hablar? En fin… no es otra cosa que crispar para no evidenciar lo inasumible. 

susana hernández
Susana Hernández

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