Una ya tiene cierta edad. Y un bagaje en esto de la vida. Y también algo en el mundo de la política. Quizá por esta suma o mejor dicho por lo que ambas multiplican, algo de criterio se podría decir que albergo. Por ello no me manifiesto por crispación, sino por hartazgo. Jamás había visto tal despropósito, tal desfachatez, tal falta de escrúpulos, tal falta de ética, tal falta de empatía, tal distancia de la realidad de la calle, tal egoísmo desmedido y tamaña obscenidad como lo que mis ojos tienen que presenciar cada día con el Gobierno ‘sanchista’. Para el que lo único que importa es mantenerse en el Poder. Lo de menos es si se hace a costa de pactar con quien quiere romper España, con quien no condena asesinatos a inocentes o albergan actitudes guerracivilistas. En un alarde de cinismo sin límites donde lo que prima es el relato, la foto y la estrategia. ¿Dónde quedan las personas? ¿Dónde el ser frente al estar? ¿Dónde el respeto? ¿Dónde los principios?