Sin intención alguna de hacer alusión a cualquier confesión religiosa, pero es la sensación con la que cada día me dirijo al lecho. Confieso escuchar y leer con atención diversas líneas editoriales, porque la mejor manera de adquirir un posicionamiento con cierto grado de criterio informativo es mostrar una actitud receptiva y neutral. Así uno se aleja del encorsetamiento al que someten unas tesis ya autoimpuestas.
Pero aun observando a través de un cristal y no de un vidrio traslúcido de color definido, me es muy difícil dormir con tranquilidad, a la luz de los acontecimientos que nos deja cada día el Ejecutivo nacional. Y es que me invade la sensación de estar conviviendo con información engañosa. Planteamiento basado en promesas incumplidas delatadas por la maldita hemeroteca, la búsqueda de culpabilidad en los de enfrente sin asumir brizna de responsabilidad propia y los intereses partidistas y personales sin asomo de estadismo en el horizonte.
