A escasas horas de haber conocido los datos de desempleo nacionales y de comprobar su interpretación y las distintas reacciones políticas, siempre, claro está, en función del tamiz que proporciona el color de las siglas, he de confesar que me invade la nostalgia.
Nostalgia por aquel tiempo en el que los parados, eran eso, parados. Y cuando poníamos el telediario, la radio o leíamos la prensa escrita, veíamos el número y todos entendíamos las cifras. Porque hablar al pueblo en román paladino es lo que tiene: que hasta el más lego en el arte de la aritmética entiende que un dos es un dos, y doscientos es el mismo cisne pero seguido de dos ceros.
La noticia de la bajada en un 1,48% del número de personas desempleadas con respecto al mes anterior, con la coletilla posterior de que “es la tercera mayor bajada de la serie histórica y el mejor dato para un mes de marzo desde 2015”, intentaban insuflar esperanza en los atribulados españoles. Porque nadie puede negar que el titular impacta y lleva a una especie de efímero éxtasis anímico, pero que a la postre, a la inmensa mayoría lo que nos provoca es la evocación de aquellos famosos “brotes verdes” zapateriles que nunca llegaron a terminar de germinar (al menos en absoluto cuando fueron anunciados).
Y con este cesto como un “todo”, de lo que no se habla es de los mimbres. En referencia a los más de tres millones novecientas cuarenta y nueve mil seiscientas cuarenta personas desempleadas inscritas. Poniendo adrede la cuantía con letra y no con número para que el lector paladee lo doloroso de la situación.
Y no olvidar a las setecientas cuarenta y tres mil seiscientas veintiocho personas protegidas por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo según los datos aportados por la Seguridad Social que no están contempladas como desempleadas. Porque si tiramos de calculadora para sumar ambas cifras, ya sí que el rubor corona la faz del más indolente.
O los cuatrocientos setenta mil autónomos que continúan con su cese de actividad porque no pueden volver a desarrollar su trabajo como lo habían hecho hasta el inicio de la pandemia por COVID.
¿Y qué decir de la foto finish -permítame el lector esta imprecisión léxica- de la oficina estadística de la Unión Europea (Eurostat) que afirma que casi el 25% de todos los parados europeos son españoles? Para entendernos mejor … que España lidera el paro de la Unión…
Y yo me pregunto, como también lo hacen miles de parados que buscan trabajo de forma activa, miles de autónomos, miles de pequeñas y medianas empresas que se encuentran a un hilo de tener que echar el cierre definitivamente, miles de jóvenes que no encuentran empleo con independencia de cuál sea su formación y cualificación … ¿Asistiremos a las reformas e inversiones exigidas por Bruselas que hagan que la economía de nuestro País se acerque a la de los países más avanzados de la Unión? ¿Conseguiremos, por fin, ver que el Gobierno de Sánchez acomete de una vez por todas, reformas en materia de empleo, pensiones y unidad de mercado o bien, se limitará a un mero retoque cosmético que en nada repercuta sobre las insostenibles cifras de desempleo? ¿Dejaremos de verter toda la responsabilidad sobre el impacto económico que ha provocado la crisis sanitaria y comenzaremos a centrarnos en trabajar en las debilidades estructurales existentes para que no vuelva a ocurrir lo sucedido ante hipotéticas crisis futuras? ¿Seremos testigos de las necesarias renovaciones en las actuales políticas activas del mercado laboral?
Porque en definitiva, al final lo que queda es una terrible indefensión ante la sensación de acabar siendo sepultados en una bacanal numérica que nos aleja de la verdadera situación que, no es otra que la de que tras las cifras lo que realmente hay son personas con nombre y apellidos, familias y una historia.