Decía el canciller alemán Bismark que los españoles somos la única nación de la tierra que tira piedras en su propio tejado y a pesar de ello salimos adelante. El general prusiano estaría ahora consolidando su razonamiento al ver como hay Ministros en España que odian a su país, a su bandera, a sus tradiciones e instituciones. Hay Ministros en España que en lugar de luchar por los intereses de los ciudadanos hacen declaraciones en periódicos extranjeros tirando por los suelos el buen nombre de las industrias españolas.
Así tenemos a ese personaje llamado Alberto Garzón, miembro del partido Comunista que quiere obligarnos a comer lo que al señor le dé la real gana, a prohibirnos comer lo que nos apetezca y a poner impuestos por doquier a los alimentos que él decida. El señor Garzón ha realizado unas declaraciones al periódico “The Guardian” en las que destaca la mala calidad de las granjas de producción extensiva de carne española.
Hombre, pues puestos así podríamos tener una Ministra de Defensa que invite a Marruecos a conquistar las Canarias, a un Ministro de Justicia que encarcele jueces o a una de Educación que haga pasar de curso hasta a los más burros de la clase (ah… perdón eso último ya lo han hecho.)
El Ministro Garzón es un señor que no ha trabajado en la vida. Entra en política desde la universidad y jamás se ha ganado el sueldo con el sudor de su frente que no sea en otra cosa que la política. El señor Garzón pertenece a un partido que al igual que la ideología nazi, debería estar prohibido, como ya lo está en otros países de Europa. Su ideología comunista de la que está orgulloso, es culpable del asesinato de decenas de millones de personas en todo el mundo.
El señor Garzón, al que se mantiene en el Ministerio porque lo exigen esos comunistas, para mantener en el Gobierno a Sánchez, no sólo quiere que no bebamos refrescos, comamos turrón o caramelos, no solo quiere que no probemos el chorizo ni filetes ni oreja a la plancha, sino que critica a los empresarios y ganaderos españoles haciendo lo contrario a lo que sería su deber… y eso sí comiéndose un bocata de jamón serrano. ¡Cómo son estos comunistas!
