Es prácticamente imposible hablar con alguien de nuestra ciudad y no sacar a colación el orgullo talaverano en el que nos han sumido quienes han ejercido de embajadores para representar a España, nuestros tres Olímpicos. Todo un lujo poder tratarles de «tú a tú», expresarles las emociones que nos han hecho sentir y darles de corazón la más sincera enhorabuena.
Pero llegados a este punto, cabe recordar el importante esfuerzo que ha debido obrar antes de alcanzar el nivel a donde ellos han llegado. Las eternas jornadas de duros entrenamientos, canibalizar muchas otras vivencias vitales para sacar tiempo de dónde ya casi no hay, la constancia, la entereza psicológica para mantenerse y no desfallecer, los medios y recursos personales necesarios puestos a disposición de un «sueño»…
Todas y cada una de ellas evidentes muestras de deportividad, coraje y tesón. Valores que aplaudir, en los que mirarse y que escenificar. Talante que poder transmitir a los más pequeños por cuanto pueden convertirse en rasgo de identidad vital.
Ganar una medalla ha de ser ser el sumun. Pero me quedo con todo el proceso anterior a estar en un proceso o subirse a un podio. Desde aquí me quito el sombrero y os doy las gracias por cuanto podéis convertiros en un modelo a seguir para muchos de nuestros jóvenes.
