“Hay que sacar provecho a las 24 horas del día. Incluso cuando duermes.”
Este fue mi lema por muchos años, pero cada vez me doy más cuenta de que cosas como ahorrar tiempo o sacar provecho del momento, se convierten en un enemigo en vez de aliado.
Sí, hay muchas veces que veo a la gente perder su tiempo mientras esperan a que se haga su comida de brazos cruzados en vez de ir fregando la vajilla sucia, de ir cocinando otras cosas. Eso sí es ahorrar tiempo. Planificarse la semana para sacar el máximo partido a los días, es ahorrar tiempo ya que al final te economizas tener que estar pensando por la mañana a qué dedicar tu tarde, para acabar tirado en el sofá mientras las tareas se acumulan.
Sin embargo, hay un punto en el que este ahorrar se convierte en algo enfermizo. Ahorrar tu tiempo incluso cuando duermes. Pensar antes de irte a dormir en las cosas que tienes que hacer; las conversaciones que tienes que tener y cómo decir las cosas para no tener problemas; organizarte ese trabajo de clase que tienes que entregar para así al levantarte no pensar en cómo hacerlo sino ir directamente a la acción; pensar en cuánto tiempo te va a ocupar cualquier cosa; a qué hora empezar cada una de las tareas; para al final no ahorrar en nada porque has perdido un tiempo valioso, un tiempo para ti y tus sueños.
A veces es mejor dejar las cosas como están, perder tiempo, recuperarlo de otras maneras. Todo el tiempo se está invirtiendo en algo con un buen fin: dejarte disfrutar de cada suceso que ocurre a lo largo de tu día. No pienses que estás desperdiciando tu tiempo y comienza a admirar cada cosa que hagas por banal que sea, porque está llenando el tiempo de tu vida.
