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sábado, noviembre 23, 2024
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Manu «el Gran Capataz» – por Óscar Muñoz

“Soy un hombre a quién la suerte hirió con zarpa fiera, soy un novio de la muerte que va a unirse en lazo fuerte con tan leal compañera”.

Estas palabras son extraídas de la canción de la Legión que, aunque no corresponden a su himno sí es la canción más conocida de esta unidad de élite del ejército español, en cuyas filas sirvió un talaverano llamado Manuel.

Valores castrenses como el honor, integridad, compañerismo, esfuerzo, ejemplaridad, respeto, lealtad, espíritu de sacrificio y sin complejos, amor a España fueron de los que bebió Manuel, también como buen legionario tenía valor. 

Pero también están las historias de vida. Por ejemplo, las personas que han superado enfermedades de final incierto pero que, gracias a la ciencia, a los avances médicos, al buen hacer de los profesionales y porque no decirlo a la divinidad, han obtenido el comodín de vida. Comodín que nace caduco y sin fecha específica de finalización, por lo que cada minuto que pasa es oro puro. 

Este tipo de experiencias personales, suponen una vuelta de tuerca a nuestra efímera vida. En muchos casos constituyen un cambio vital, de tal manera que la percepción por las cosas cambia, en especial a la hora de afrontar problemas, dejando de lado lo superficial para profundizar en lo humano, distinguiendo lo necesario de lo superfluo, se hacen extra sensibles y generosos como le pudo pasar a nuestro amigo Manuel. Si a esto le sumamos unas cualidades naturales innatas, esto le llevó a estar siempre dispuesto a escuchar, a no tirar la toalla, a no practicar con la palabra no, siendo además el primero en aventurarse y ante los nuevos retos tirar del carro, conducirlo y llegado el caso empujarlo, era un novio de la muerte que la vida vivió como si no hubiera un mañana. 

Y estas son las personas que quieres a tu lado claro, algunas sin pretenderlo se convierten en referentes sociales como le pudo pasar a Manuel. Entre sus méritos, estaría la humanidad y la dilatada trayectoria de generosidad que le granjeo ese unánime reconocimiento popular entre quienes le compartimos, los cuales nos hemos quedado huérfanos.

Con la seguridad de que la muerte no es el final y de que algún día nos volveremos a reunir, recordaremos siempre tu risa y tu buen hacer por la comunidad. Allá donde estés seguirás de centinela para apoyar a tu familia y al resto nos ayudaras a escoger el mejor camino, de eso estoy seguro. 

Besos al cielo para este gran guerrero vetton de Talavera, para mí “Gran Capataz”, con tu permiso amigo seguimos.

Óscar Muñoz

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