El Valle del Tiétar es, con sus 26 pueblos distribuidos en Alto Tiétar, Bajo Tiétar y El Barranco de las Cinco Villas, un tesoro de variadas riquezas que cautivan a quienes lo visitan. En este magnífico enclave, la tradición, la cultura, la gastronomía, la arquitectura y otras maravillas se entrelazan para ofrecer una experiencia única a todos los visitantes que descubren paisajes increíbles a cada paso. los que se aventuran por sus caminos.
Sin embargo, no podemos recomendar explorar todos ellos en una única escapada rápida pues sería minusvalorar toda su riqueza patrimonial y natural. Así, nos hemos aventurado a seleccionar una lista de 7 pueblos que destacan por su paisaje encantador en el Valle del Tiétar. Eso sí, nuestro criterio ha sido su cercanía con Talavera porque podemos aseverar que todos y cada uno de los 26 pueblos tienen algo especial que bien merece una visita.
Aquí va nuestra lista:
|1| Piedralaves, un pueblo de «película»
A 56 kilómetros de Talavera se encuentra Piedralaves, un pequeño pueblo pintoresco que ha inspirado a escritores y cineastas con su encanto único. Como dato curioso, algunas de las escenas de la película El Lazarillo de Tormes, entre otras escenas de películas, se filmaron en este lugar.
Sus calles empedradas y estrechas anticipan el encanto que aguarda en cada esquina donde destaca la arquitectura típica local y los monumentos históricos dan testimonio de su rico legado. La Iglesia de San Antonio de Padua, construida en el siglo XVII con influencias mudéjares, y la Cruz de los Enamorados, un lugar de encuentro para los amantes del pueblo, son solo algunos de los lugares destacados que aguardan a los visitantes.
En las afueras, la Presa del Horcajo ofrece un oasis natural para aquellos que buscan sumergirse en la tranquilidad de la naturaleza, mientras que el Charco de la Nieta y la garganta de Nuño Cojo invitan a la reflexión y la contemplación.
|2| Candeleda, los balcones más bonitos del Valle del Tiétar
A aproximadamente 50 minutos de Talavera, encontramos Candeleda, uno de los pueblos más pintorescos y queridos del Valle del Tiétar.
Enmarcado por la majestuosa Sierra de Gredos, este pueblo de apenas 5000 habitantes ofrece una biodiversidad única y paisajes deslumbrantes, con una red de senderos y veredas ideales para los amantes del senderismo. Así, encontramos el río Tiétar que serpentea a través de su territorio hasta desembocar en el Embalse del Rosarito, un lugar idílico para la pesca y el piragüismo. Además, las numerosas gargantas de la región, destacando la de Santa María con sus encantadores charcos Palomas y Carreras, añaden un toque de frescura natural a esta pintoresca localidad.
Aunque no lo parezca, Candeleda ofrece un clima templado que invita al reposo. Así, este pueblo es perfecto para deambular por sus calles empedradas, visitar la imponente Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción o descubrir la emblemática Casa de las Flores, cuyos balcones rebosantes de coloridas macetas la convierten en un punto de referencia en las redes sociales. Además, en su interior alberga el Museo del Juguete de Hojalata, un viaje nostálgico a la infancia por tan solo 4€ la entrada.
|3| La Adrada, un lugar que resiste al paso del tiempo
A unos 50 kilómetros de Talavera, en las estribaciones de Gredos y a solo 11 kilómetros del nacimiento del río Tiétar, se encuentra La Adrada, un pueblo que cautiva con su encanto rural y su rica historia.
Sus plazas son el corazón de la vida local y bien merecen una visita. Por un lado, tenemos la Plaza del Riñón, rebosante de vitalidad y naturaleza, y que destaca por su emblemática fuente adornada con la escultura de la Niña de la Fuente, un símbolo de la pureza y el agua que define la identidad del pueblo. Por otro lado, la Plaza de la Villa, epicentro de las celebraciones y eventos, alberga el Ayuntamiento, una joya arquitectónica del siglo XVIII que testimonia el pasado esplendor del municipio.
Como curiosidad en lo alto de una colina se erigen los restos de un antiguo castillo que una vez fue morada de reyes. Sus patios, su iglesia gótica y las torres ofrecen una vista panorámica incomparable que invita a la contemplación.
|4| Arenas de San Pedro, capital del Valle del Tiétar
A tan sólo 45 kilómetros de distancia de Talavera encontramos el icónico municipio de Arenas de San Pedro, epicentro del Valle del Tiétar y capital de su comarca homónima.
Con raíces que se remontan a la Edad Media, este bello municipio alberga monumentos emblemáticos como su imponente castillo gótico, erigido a finales del siglo XIV por orden del condestable Don Ruy López Dávales. Esta fortificación, testigo de la historia, ha resistido incendios durante la Guerra de la Independencia y la Primera Guerra Carlista, y ahora se abre a los visitantes para explorar sus intrigantes pasillos bajo la guía experta.
No podemos olvidar que este municipio también alberga el majestuoso Palacio del Infante, una joya neoclásica construida en 1780 para albergar los asuntos delicados de Luis de Borbón, quien buscaba discreción en este retiro. Asimismo, lugares como el río Arenal, atravesado por el antiguo puente de Aquelcabos, y el Santuario de San Pedro de Alcántara, en honor al santo que una vez residió en estas tierras, dan nombre y carácter a este enclave histórico.
|5| Fresnedilla, tesoros ocultos en cerámica de Talavera
Ubicado a escasos 40 kilómetros de Talavera, se encuentra Fresnedilla, un encantador pueblo de raíces medievales que se alza en medio de un impresionante entorno montañoso. Destaca como el asentamiento más próximo a la frontera con la provincia de Toledo.
El principal atractivo turístico de Fresnedilla es su iglesia parroquial, dedicada a Nuestra Señora de la Purificación, que data del siglo XVI. Esta destacada edificación cuenta con una notable pila bautismal elaborada con la característica cerámica de Talavera. Junto a la iglesia se encuentra la plaza del pueblo, que en tiempos pasados fungía como plaza de toros y aún conserva los elementos característicos de este tipo de construcción, como los burladeros y los pilares que servían para el cerramiento del recinto.
La arraigada tradición ganadera de la zona se manifiesta en la preservación del antiguo potro utilizado para herrar el ganado, una reliquia que se mantiene viva en la memoria colectiva del pueblo.
En los alrededores, en la Cañada Real, se encuentra El Caño, un antiguo lavadero público dotado con tres pilas, dos caños y un pilón destinado al uso del ganado. Aún se puede observar la estructura que servía para apoyar la ropa y restregarla con la pastilla de jabón, una muestra evocadora de la vida cotidiana de tiempos pasados que perdura en el paisaje del pueblo.
|6| Sotillo de la Adrada, donde el agua domestica la piedra
A 50 kilómetros de Talavera, en el nacimiento del Valle del Tiétar, se encuentra Sotillo de la Adrada, un municipio ya no sólo recomendable por sus lugares de interés, sino también por su rica gastronomía.
Del siglo XV se mantiene la Iglesia Parroquial de la Santísima Trinidad de la que solo se conserva la torre y la capilla mayor mudéjar. Lo demás, es de construcción posterior por la destrucción por diferentes guerras. En relación con lo religioso, también está la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios de entre los siglos XVI y XVII. Sobria, simétrica y sencilla tiene diversos frescos que decoran su interior, pero solo se puede visitar durante las fiestas de la localidad.
Algo que impresiona al visitante es observar las imponentes balconadas de las casas de los siglos XVIII en la calle de Las Parras y la calle Larga. Y por último, a las afueras del pueblo se encuentra el Canto de los Pollitos, un pequeño cerro que en su cima cuenta con una formación rocosa que desde determinados ángulos parece una gallina con sus huevos. Si consigues subir a lo alto, podrás ver una panorámica del propio pueblo y de los de los alrededores.
|7| Casavieja, al pie de la montaña
Lo que más destaca de esta localidad a 50 kilómetros de Talavera es, sin duda, su gastronomía. Casavieja cuenta con una tradición gastronómica de siglos, donde las recetas se han pasado de generación en generación, conservando los platos más tradicionales, como las patatas al caldero, las patatas pelonas, las migas, la sopa de tomate y ajo, las puches, las gachas, el sopetón o el arrope. Sea esta gastronomía un recurso indispensable para afrontar las temporadas de frío, lluvias y nieve en el Valle del Tiétar.
Pero si te acercas a disfrutar de su gastronomía, aprovecha y ve cuando se celebre la fiesta de los Zarramaches. Celebrado en los días de la fiesta en honor a San Sebastián (3 de febrero), donde se visten los quintos del pueblo con telas con agujeros en los ojos, blusones cosidos, gorros en forma de conos y cencerros colgados y, con una naranja en la mano y un palo de mimbre en forma de vara en la otra, van corriendo en busca de los niños para asustarlos o recompensarlos con naranjas si lloran mucho. Después, van a la iglesia para presidir y encabezar la procesión y al finalizar, vuelven a correr por las calles. Un ritual que se ha convertido en costumbre y fiesta.
