El anuncio del cierre de la Unidad I de la Central Nuclear de Almaraz, previsto para el 1 de noviembre de 2027, y la posterior clausura de la Unidad II el 31 de octubre de 2028, ha desatado una ola de preocupación en la región extremeña. Esta central, que aporta el 7% de la energía al sistema eléctrico español y abastece a cuatro millones de hogares, es también una fuente crucial de empleo y beneficios económicos para los pueblos circundantes.
El cierre de Almaraz amenaza con dejar sin sustento a más de 4.000 trabajadores, tanto directos como indirectos, que dependen de la planta nuclear para su subsistencia. Para las localidades cercanas, como Almaraz y Navalmoral de la Mata, la central es un pilar económico que sustenta la actividad comercial y financia proyectos locales a través del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI).
La Central Nuclear no solo proporciona empleo, sino que también financia instalaciones deportivas y recreativas, contribuyendo al bienestar y desarrollo de la comunidad. Sin embargo, su cierre significaría el fin de estos beneficios y la posible desaparición de numerosos negocios locales.
El impacto del cierre de Almaraz se sentirá escalonadamente en toda la región y eventualmente a nivel nacional. Esta situación preocupa a los políticos locales y a la oposición, quienes ven en la central nuclear un motor económico esencial para Extremadura.
El cierre de la central también plantea interrogantes sobre la política energética española y su alineación con las directrices de la Unión Europea. Mientras que en Europa se considera a la energía nuclear como una opción viable y «limpia», en España se ha optado por su progresivo cierre.
El debate sobre el cierre de las centrales nucleares se intensifica, y las voces a favor de su continuidad enfatizan la necesidad de evaluar detenidamente los riesgos y beneficios. Además, se subraya la importancia de mantener una matriz energética diversificada y no depender exclusivamente de otras fuentes de energía, cuya adquisición podría resultar costosa y no exenta de complicaciones.
En resumen, el cierre de la Central Nuclear de Almaraz no solo afectará a miles de trabajadores y negocios locales, sino que también plantea importantes desafíos para la política energética y el desarrollo económico de la región y del país en su conjunto. La incertidumbre prevalece, y la comunidad espera que sus preocupaciones sean escuchadas y consideradas en las decisiones que se tomen respecto al futuro de la central y de la región.