Si algo hay de relevante en el mes de diciembre, que une o debería unir a todos, no es otra cosa que el día de la constitución. Seguramente ya se haya dicho todo sobre ella, tanto bueno como malo, incluso la mamarrachada esa de que la constitución destruye la nación, que tantos patriotas de rosario y pulserita rojigualda gritaban en las manifestaciones de Ferraz.
Pero no es de extrañar que muchos votantes del PP despotriquen contra la constitución. La verdad, y es un hecho histórico, es que nunca la quisieron. Los fundadores de Alianza Popular, germen del futuro PP, pidieron la abstención en el referéndum del 78 y muchos incluso pidieron que se votara NO a aquella constitución que ahora de forma hipócrita se han apropiado.
Pero no es necesario remontarse a los principios del PP para encontrar entre sus dirigentes un discurso absolutamente contrario a la Constitución. No hay más que leer las declaraciones de Feijoo de los últimos meses para entender que este señor, y con el toda su cohorte de palmeros, no tienen el más mínimo respeto por la constitución.
La constitución es el marco legal común que nos iguala a todos los españoles y que nos obliga y nos protege. En su nombre solo está permitida la convivencia, la paz, la justicia y el progreso, lo que grita el pijerío, es tomar su nombre en vano.
Recordemos aquel Borbón despreciable que dijo “marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional” la utilizó para recobrar el poder y después disolvió las cámaras y derogó la constitución que había prometido.
Ahora algunos claman contra el Borbón actual porque no se somete a sus deseos antidemocráticos y seguramente echen de menos a aquel otro que vendió España , a su padre y a todo lo que se le ponía por delante. No en vano, fue llamado por muchos “el deseado”
Pero en nuestra constitución también caben los que no la respetan y por eso pueden gritar consignas fascistas y contrarias a la constitución en la Calle Ferraz sin que les pase nada. ¿Viva la constitución?