En algunos lugares de España, el Domingo de Resurrección es una fecha que se celebra con rituales muy particulares, como la tradición de apedrear, tirotear o quemar figuras de Judas Iscariote. Sin embargo, en los últimos años estos rituales han tomado un giro más «terrenal», como se pudo ver en la representación de la quema de un muñeco que representaba a Carles Puigdemont en Coripe (Sevilla) en 2019, y este año al piloto del helicóptero de la DGT que se estrelló recientemente.
Otro municipio que se suma a esta peculiar tradición es Robledo de Chavela, donde los vecinos cuelgan cada año un muñeco rodeado de cántaros que rompen a pedradas. En 2016, el muñeco era muy parecido a Pablo Iglesias, y este año, el muñeco lucía una camiseta y pantalones del F.C. Barcelona con la palabra «violador» escrita en el pecho. Los vecinos daban por hecho que se trataba de una representación de Dani Alves, quien se encuentra en prisión provisional desde enero por una denuncia de agresión sexual.
Pero esta fiesta no solo se trata de la quema de un muñeco, sino que también tiene su propio vocabulario. El «Judas» es el muñeco que hacen los «quintos», los chicos que cada año iban a hacer el servicio militar, y se coloca en la parte superior de un pino de gran altura llamado «el palo». Además, se acompaña de travesaños dispuestos perpendicularmente al palo, que servirán de soporte para los cántaros, en cuyo interior alojan sorpresas, caramelos y confeti.
Estas tradiciones únicas y singulares son una muestra de la riqueza cultural de España y de cómo las costumbres evolucionan con el tiempo, aunque a veces se conviertan en controversias.