La situación de los pueblos españoles está provocando alarmas que nos llevan a pensar en el futuro de nuestras pequeñas localidades y el impacto que esto tendrá para la economía, la cultura y el tejido social de nuestro país.
A principios del siglo XX, de esto hace más de 120 años, los seis municipios menos poblados de España eran San Isidro, en Alicante, con 39 personas; Illán de Vacas, en Toledo, con 40; San Benito, en Burgos, con 54; Sotoserrano, en Salamanca, con 56; Santibáñez de Vidriales, en Zamora, con 58; y Aldealengua de Pedraza, en Segovia, con 59.
En 2022, esas mismas localidades se encuentran en una situación muy distinta: Illán de Vacas sigue siendo el pueblo menos poblado, pero ahora con solo 3 habitantes; San Isidro y Santibáñez de Vidriales se encuentran con 25 y 21 personas, respectivamente; San Benito con 28; Sotoserrano con 30; y Aldealengua de Pedraza con 31.
Estos datos nos muestran la dramática situación de una parte importante de nuestro país, en la que los municipios con menos habitantes están en peligro de despoblación severa al borde de la desaparición.
Esto nos lleva a plantearnos una vez más la necesidad de buscar soluciones para evitar la despoblación, el envejecimiento de la población y la baja tasa de natalidad, entre otras, para que nuestras localidades no desaparezcan y se mantengan como parte del paisaje español.