Mi carta a sus Majestades, los Reyes Magos, ha sido este año un tanto especial. Y es que, tras un 2020 singular, desde todos los ángulos posibles, y siendo consciente de que si no me dejo nada en el tintero la misiva sería interminable, me he centrado finalmente en pedir mesura en lo político. Y he expresado la necesidad de diálogo, de consenso, de generosidad, de altura de miras, de «interés general» y no de «por lo general, interés», de humildad, de excelencia…
Y me he dejado para la posdata que los españoles no nos merecemos que nos mientan, o que en su defecto nos cuenten medias verdades, ni necesitamos abonar frentismos y desigualdades entre unos lugareños y otros rompiendo la convivencia constitucional, ni tampoco que nos fiscalicen no sea que vayamos a decir algo que «políticamente no guste», ni que perdamos libertades individuales, ni que monopolicen el control sobre las instituciones para romper las reglas del juego, ni que nos tomen por bobos.
