Sucede, cada vez más, que la reacción y los discursos estúpidos hacen más daño a la causa que se quiere defender que beneficio.
Lo vemos con los atentados contra obras de arte en los museos de Europa, por ejemplo. Los protagonistas de estos actos vandálicos pretenden poner el acento en la defensa del medio ambiente y en el cambio climático. Pero consiguen que la gente se centre en los daños contra el arte y rechacen su acción y con ello su discurso.
Son el argumento y la excusa para que muchos negacionistas salgan a la palestra a negar los daños al medio ambiente y atacar al mismo tiempo a todo lo que huela a ecologista. Consiguen lo contrario de lo que pretenden. Unos genios, sin duda.
Pues en Talavera también tenemos algunos genios de este tipo que no han encontrado nada mejor que hacer que boicotear unas obras, estropear unas máquinas de la empresa adjudicataria y perjudicar de un golpe a la empresa, a los trabajadores y a la ciudad por impedir que continúen unas obras necesarias para los jardines del Prado.
Otro tanto sucede cuando los adalides de las causas son personajes que buscan ocultar sus miserias con el brillo de sus protestas. Hay quienes defienden el patrimonio dependiendo de quien pague y quien cobre y a eso lo llaman profesionalidad. Yo tengo otro calificativo.
En cualquier caso, hace más de un año que se presentó el proyecto de reforma del Prado y nadie se ha preocupado lo más mínimo en mirarlo. Supongo que los que tanto gritan ahora no han tenido tiempo, o no se han enterado o simplemente estaban esperando a esto para montar el espectáculo. Deprimente.