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domingo, noviembre 24, 2024
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Ser leones o cuidar borregos

Desde los inicios de la sociedad humana el trabajo ha sido el motor que ha hecho progresar a los pueblos. Las sociedades más trabajadoras y afanosas tenían éxito y se imponían a aquellas que se dedicaban a la holgazanería. Con el paso de los siglos, muchos grupos humanos que habían creado imperios se acomodaban, abandonaban el ejército a mercenarios extranjeros y vivían de las importaciones de su periferia. Creaban exenciones, pagas y subsidios que convertían a la baja clase media en clases bajas sin educación pero que seguían a pies juntillas los dictados de los gobernantes para no perder sus pírricos privilegios que les daban al menos para ir a la taberna. Esas sociedades terminaron fracasando.

La sociedad occidental actual y sobre todo la europea, lleva muchos años anclada en un sistema buenista, donde una nueva y boyante clase media de la sociedad surgida después de la II Guerra Mundial creo un estado de bienestar ansiado por el resto del mundo. Pero claro… una vez logrado ese estatus había tomar un cruce de caminos. Por un lado, seguir con esas políticas de trabajo y esfuerzo que creaban riqueza o por un camino de acomodamientos, en el que los trabajos más pesados eran para los pobres inmigrantes, en el que se establecían pagas, subvenciones y mamandurrias que, en vez de incrementar la clase media, crean una clase baja, pero en el “borderline” preciso en el que tienen lo mínimo y encima agradecen al estado que les pague una miseria para sentirse cómodos; eso sí a cambio de su voto.

Con la Invasión de Ucrania muchas cosas han cambiado. Nos estamos dando cuenta que valores tan infravalorados como el esfuerzo y la dedicación deben volver a tener su puesto de honor entre nuestras metas. Que el regalar dinero público para mantener guetos o pobreza tolerada no es la solución, sino que ese dinero hay que invertirlo en incorporarles a la sociedad productiva. Que la ecología “sandía” (verde por fuera y roja por dentro) no contribuye a la mejora de la sociedad ni del planeta, sino que hay que practicar otra ecología sostenible y tradicional.

En fin que los europeos debemos de elegir: ¿Queremos ser leones en un mundo en profundo cambio y amenazado por el populismo y el comunismo? O ¿queremos ser borregos a los que nos den arroz y frijoles semanales a cambio de una pobreza endémica? He ahí la cuestión.

Javier Gil
Javier Gil
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