Cada vez que usted oiga al PSOE decir que “va a equiparar algo” échese a temblar.
Para justificar que nos van a sorber la sangre hasta la última gota, se agarran como clavo ardiendo a que nuestra fiscalidad está por debajo de otros países de la Unión Europea como Francia, Italia o Alemania.
Pero lo que todavía no he oído decir a un sólo socialdemócrata cuál es el esfuerzo fiscal al que estamos realmente sometidos los españoles. Y que en román paladino tiene un solo adjetivo y es el de “insoportable”.
Ahora está sobre la mesa la fiscalidad medioambiental española. Y con ello directamente en el punto de mira, el incremento de los gravámenes sobre el diésel y la gasolina tras la que pivota la máxima de que es el transporte el sector que más peso tiene en las emisiones de efecto invernadero.
No digo yo que no contamine pero… ¿Subir los carburantes hasta límites insostenibles para el bolsillo medio va a significar que la gente va a dejar de coger el coche para ir a trabajar, ir a estudiar o vamos a dejar de comer porque los camiones salen a diario y eso es malo para el medio ambiente?
¿No significará más bien que todos seremos un poco más pobres y por ello se nos hará más vulnerables? Personalmente me inclino porque esto sea lo que puede ocurrir.
Entiendo, comprendo y apoyo la preservación del Medio Ambiente y con ello la adopción de todas las medidas tendentes a ella pero parece que la subida impositiva obedece más bien a un afán recaudatorio que a un verdadero interés por nuestro Planeta. Porque habrá hábitos que no podremos dejar de tener a pesar de que los impuestos se sitúen por las nubes. Y por supuesto, tampoco acabaremos con los problemas de las excesivas emisiones de CO2 a la atmósfera cuando Países de otras latitudes responden que no dejarán de lanzarlas o disminuirlas al menos hasta el 2050.